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ACTITUD 42: Aitor López de Audícana

Aitor López, nacido en Vitoria, lleva 12 años ejerciendo como fotógrafo profesional, aunque también se ha formado como ingeniero técnico. Es un amante de los viajes y le encantan las experiencias humanas.

¿Tienes conocimientos de programación antes de entrar en la piscina? 

Sí, y no. Me explico: soy ingeniero electrónico y trabajé 10 años programando firmware en “assembly”. Un día se cruzó una cámara en mi camino y decidí dar un giro total. Dejé el trabajo y llevo 12 años dedicándome a la fotografía de manera profesional. La pandemia, y la casi obsesión de tener un trabajo 100% remoto que me permitiera viajar me hicieron querer recuperar mi parte de programador. Pero el mundo de la programación en 10 años se había convertido en una cosa que casi ni reconocía. Decenas de lenguajes de alto nivel, APIs, Frameworks…, y ahí es donde apareció 42 Barcelona para sacarme de ese atolladero.

¿Cómo describirías el proceso de pasar por la piscina?

Es una experiencia de vida, de verdad. Aprendes programación sí, pero sobre todo de otras muchas cosas que no tienen que ver con la programación como no tener miedo a preguntar, gestionar la frustración, ser solvente en ámbitos que desconoces, aprender sin un profesorado, ni libros… Es una experiencia humana que recomendaría a cualquier persona.

¿Recuerdas qué sensaciones te llevaste al volver a casa tras tu primer día de piscina?

El primer do conseguí ni loguearme y pensaba que iba a ser el tonto del grupo. Al día siguiente mis compañeros de al lado llevaban muchos ejercicios hechos y literalmente pensaba que eran de otra piscina anterior. Cuando caí en la cuenta de que eran de la mía me dije, ya la he cagado, perdí el día de ayer y no va a haber manera de recuperarlo. Todo creencias infundadas obviamente. 

Lo que sí recuerdo con claridad es la vuelta a casa tras el último día. Nunca pensé que podría volverme con la sensación de unos campamentos, de pensar que a ver qué iba a hacer yo el día siguiente sin ver a toda esa gente.

¿Qué es lo que más te marcó de la piscina?

Su duda la gente. Nunca pensé que una de las cosas que me llevaría de la piscina son los amigos. Me refiero a amigos que considero cercanos y con los que puedo hablar, y de hecho hablo, de muchas cosas más allá de la programación. 

El verano después de la piscina fue genial y lo recuerdo con mucho cariño. No se si es que 42 atrae eso, o que aquí hemos coincidido los más animados de 42. Pero hicimos muchos planes: playa, cenas, escalada, y una vez arrancado el cursus han seguido. Jugar a volley, pegarte una ducha y venir a programar, el plan perfecto de los miércoles de verano.

Además si eres recién llegado a Barcelona como yo, esta sensación de estar creando un grupo nuevo de gente es más intensa aún. Es un grupo muy plural ya que hay gente de muchas edades, países y experiencia diferentes, y eso lo hace súper enriquecedor.

¿Cuál ha sido el mayor desafío personal al que te has enfrentado desde que eres estudiante de 42 Barcelona?

Sinceramente conseguir cuadrar mi vida antes de 42. Es fácil engancharse a esto. Por la gente, por la programación. Es un ecosistema casi adictivo, y es increíble como te apetece venir al campus, o al menos a mi me pasa. Compaginar este enganche con trabajo y familia a veces se hace complicado. Ni te cuento explicar a la gente en qué consiste 42… llega un momento que solo dices estudio programación. 

Siendo ambicioso, ¿cómo te ves en cinco años? ¿Y en quince?

Trabajando de programador 100% remoto, con un portátil frente a una playa en Indonesia. Esa es mi meta, idílica lo sé. Pero estoy en un momento vital donde me interesa mucho más ganar libertad y tiempo que dinero. No le hago ascos a un buen suelo obviamente, pero si he de ganar menos por trabajar en remoto, no tengo ninguna duda.

¿Qué es lo que más te marcó de la piscina?

Uno de los proyectos por grupos, la primera vez que se te hace de día programando no se te olvida. Estar tan concentrado en resolver la ejecución de un programa que no te des cuenta que ya son las 5 o 6 de la mañana. Estar mano a mano con compañeros que has conocido hace dos semanas pegándote por hacerlo funcionar y gritar en un cluster casi vacío: ¡FUNCIONAAAAA! Eso no se explica con palabras, hay que vivirlo.

De cara a un futuro, ¿Cómo crees que estudiar en 42 te puede diferenciar de otros profesionales de la programación?

Creo que la metodología educativa de 42 está mucho más cerca del mundo laboral real. En el mundo laboral, no hay un profesor al que preguntar, ni un libro docente. En ese mundo, como en 42, tienes proyectos que resolver y tienes que ser solvente para resolverlos usando todos los recursos que estén a tu alcance, hay que aprender a volar sin red.

En el mundo de la programación como en 42, tolerar la frustración, saber canalizar esa energía negativa y no tirar la toalla, son valores imprescindibles que se entrenan a diario.

¿Qué le aconsejarías a Aitor que aún no había empezado la piscina?¡Absolutamente nada! Creo que lo peor que puedes hacer a una persona es darle recomendaciones sobre la piscina (más allá de la obvia, animarse). La piscina va de descubrir, experimentar y desaprender. Cualquier consejo es en vano.

¿Tú también quieres vivir una experiencia totalmente distinta como Aitor?